El consumo energético se ha convertido en un tema crítico en la discusión sobre la sostenibilidad tecnológica, especialmente en un mundo cada vez más impulsado por la inteligencia artificial (IA). La reciente proyección de que el consumo de energía de los servidores de IA de NVIDIA se multiplicará por 100 en solo ocho años, como señala el analista Ray Wang, resalta no solo el avance impresionante en la capacidad de procesamiento, sino también la implacable carga que esto impone al medio ambiente y a las infraestructuras energéticas actuales.

La transición de la arquitectura Ampere a la próxima arquitectura Kyber significa que estamos en la cúspide de un crecimiento exponencial en el consumo energético. Las GPUs, que son el corazón de estos servidores, han aumentado su número e intensidad térmica, lo que lleva a consumos de hasta 120 kilovatios. Es desesperante imaginar que una sola instalación de este tipo podría igualar el consumo de electricidad de un país. Este fenómeno se refiere a un tipo de escalamiento tecnológico donde los beneficios de rendimiento vienen acompañados de un precio ambiental cada vez más alto, lo que plantea preguntas sobre la viabilidad a largo plazo de estas innovaciones.

El auge de la inteligencia artificial y los grandes centros de datos necesita ser equilibrado con una estrategia sostenible e innovadora. La realidad de que empresas como OpenAI y Meta planean expandir significativamente su capacidad energética refleja la competitividad del sector, pero también nos lleva a preguntarnos: ¿Puede la industria de la tecnología transformarse para adoptar energías renovables y hacer un uso más eficiente de la energía? La Agencia Internacional de Energía ha proyectado que el consumo mundial de electricidad por IA podría duplicarse para 2030, lo que no solo repercutirá en los costos de energía, sino que también afectará a las políticas energéticas globales.