La creciente demanda de inteligencia artificial (IA) no solo está impulsando innovaciones tecnológicas, sino que también tiene un impacto considerable en los recursos naturales de lugares como Querétaro, México. Este estado no solo es famoso por su belleza colonial, sino que se está convirtiendo en un centro neurálgico para grandes empresas de tecnología, creando una tensión crítica entre el desarrollo industrial y la sostenibilidad de sus recursos hídricos.

Los centros de datos, que son esenciales para el almacenamiento y procesamiento de grandes volúmenes de información, utilizan enormes cantidades de agua para sus sistemas de refrigeración. Por ejemplo, un centro de datos pequeño puede consumir hasta 25.5 millones de litros de agua al año solo para mantener los servidores a temperaturas adecuadas. Mientras que algunos de estos centros han implementado sistemas de enfriamiento que minimizan el uso de agua, como el aire exterior en el caso de Microsoft en Querétaro, el consumo total de agua por parte de la industria tecnológica ha sido objeto de creciente preocupación. Empresas como Google han reportado aumentos significativos en su consumo de agua, lo que genera preguntas sobre la sostenibilidad de este modelo de negocios en regiones que ya presentan dificultades hídricas severas, como es el caso de Querétaro.

Las preocupaciones sobre la sobreexplotación de recursos hídricos se amplían con la realidad de la crisis de sequía que enfrenta la región. A medida que se construyen más centros de datos, la activista Teresa Roldán y otros locales han instado a mayor transparencia en la gestión del agua utilizada por estas empresas. Existe un debate en curso sobre si es más importante priorizar el agua para el consumo humano o para los centros de datos que prometen un crecimiento económico. Esta tensión señala la necesidad urgente de repensar cómo equilibramos el progreso tecnológico con el bienestar de la comunidad.