Una startup suiza está desarrollando bioordenadores utilizando células cerebrales humanas, un avance que tiene el potencial de revolucionar el campo de la inteligencia artificial y mejorar la eficiencia energética.

Ubicada a orillas del lago de Ginebra, esta empresa emergente está trabajando en la construcción de redes informáticas utilizando organoides cerebrales, lo que podría transformar significativamente los sistemas actuales de inteligencia artificial.

Amelia Hemphill, representante de RAZOR, ha visitado el laboratorio FinalSpark en Suiza para aprender más sobre el proceso de cultivo y entrenamiento de estas estructuras cerebrales.

FinalSpark se dedica al cultivo de organoides cerebrales vivos, los cuales están formados por aproximadamente 10,000 neuronas que se desarrollan a partir de células madre. Estos organoides, de un tamaño cercano a 0.5 mm de diámetro, son mantenidos en incubadoras a temperaturas similares a las del cuerpo humano.

Una vez cultivados, los organoides se conectan a electrodos que facilitan su comunicación y entrenamiento, un paso crucial para su uso en sistemas de computación.

Aunque esta tecnología aún se encuentra en sus primeras etapas, ofrece prometedores beneficios en comparación con los procesadores tradicionales, siendo la eficiencia energética uno de los más destacados.

A medida que se desarrollan mayores centros de datos dedicados a la inteligencia artificial y la computación en la nube, la implementación de estos bioordenadores podría resultar en un ahorro energético significativo en el futuro.