El último desarrollo en la relación entre Estados Unidos y China en el ámbito tecnológico ha sido el anuncio de Nvidia, que ha recibido la aprobación del gobierno estadounidense para vender su chip de computadora H20 en China. Este cambio de política marca un contraste significativo con la administración de Donald Trump, que había prohibido tales exportaciones en abril.

La noticia fue anunciada durante la visita del CEO de Nvidia, Jensen Huang, a China, donde también reveló que planean vender su nuevo chip, la GPU RTX Pro, a clientes chinos. Estas decisiones han provocado reacciones mayormente positivas en los mercados bursátiles y en el ámbito empresarial.

Sin embargo, algunos medios de comunicación estadounidenses han expresado una reacción negativa al anuncio. Vox, por ejemplo, argumentó que Trump ha otorgado una ventaja considerable a China en el ámbito de la inteligencia artificial al permitir la exportación del chip H2O.

CNBC, por otro lado, sugirió que China estaría recibiendo un producto inferior, citando declaraciones del Secretario de Comercio, Howard Lutnick, quien aseguró que solo se le está ofreciendo el cuarto mejor chip de IA de Nvidia. Esto refleja una tendencia entre ciertos medios de Estados Unidos a percibir a China como constantemente en desventaja.

Más allá de estas reacciones, la cobertura mediática también refleja un sesgo alimentado por preocupaciones históricas, políticas y económicas sobre China. Estos sentimientos han contribuido a crear una narrativa que enfatiza las diferencias entre ambos países, dificultando la cooperación en áreas de interés mutuo.

En el contexto más amplio de las relaciones comerciales, la fluctuación en las políticas hacia China parece ser resultado de la presión política y las preocupaciones sobre la seguridad nacional y las circunstancias económicas en constante cambio. Este vaivén en las políticas ilustra un complejo juego de estrategias entre maximizar beneficios e intentar minimizar riesgos.

A la raíz de estas dinámicas se encuentra una mentalidad que persiste en sectores de la política estadounidense, caracterizada por una visión de suma cero y una percepción de incertidumbre con respecto a China. Aunque hay temor de que la cooperación con China socave intereses nacionales, también existe un reconocimiento de que cortar lazos comerciales podría repercutir negativamente en la economía estadounidense.

Nvidia ha señalado que el mercado chino es fundamental para su crecimiento, representando una porción considerable de sus ingresos. En sus informes, la empresa destaca que el mercado chino generó 17 mil millones de dólares, un impacto que no puede ser subestimado por las empresas tecnológicas estadounidenses.

El académico Graham Allison ha catalogado la dinámica actual entre Estados Unidos y China como unas "Olimpíadas geopolíticas", que abarcan diversas áreas. El embajador chino en EE. UU., Xie Feng, ha enfatizado que aunque existe competencia, el foco debería estar en la cooperación y el beneficio mutuo.

A pesar de las narrativas contradictorias de los medios en EE. UU., la reciente decisión en la política de exportaciones revela una comprensión creciente de que tanto Estados Unidos como China no pueden desvincularse en el contexto de una economía global interdependiente. Sin embargo, queda por ver cuánto tiempo llevará a los dos países restablecer relaciones comerciales normales.